El virus tiene afinidad por las células que se dividen rápidamente y después de la viremia inicial se localiza en el epitelio del intestino delgado, la lengua y la mucosa esofágica, así como en tejidos linfoides, incluyendo la médula ósea; produciendo la muerte de las células por apoptosis, lo que origina necrosis de las criptas intestinales y diarrea grave, leucopenia y depleción linfoide. El virus se ha aislado a partir de pulmones, bazo hígado, riñón y miocardio. Los síntomas de la infección están relacionados con los tejidos afectados. Predominan la enteritis y la miocarditis (en perros jóvenes).
Los gatos pueden ser un posible reservorio del virus (cepas CPV02-2ª, 2b y 2c.
No hay pruebas acerca de una posible zoonosis
Los perros infectados con parvovirus excretan virus infeccioso en sus heces durante incluso 10 días después del comienzo de la enfermedad, pudiendo ésta ser transmitida de un animal a otro por agua o alimentos contaminados con heces.
Todos los perros están en riesgo, pero los perros viejos y los cachorros de menos de cuatro meses, así como los perros que no han sido vacunados contra parvovirus canino tienen un mayor riesgo de contraer la infección. La incidencia de la enfermedad clínica es más alta en los cachorros entre el destete y los 6 meses, los cachorros de menos de 6 semanas de edad normalmente están protegidos por los anticuerpos maternos. Todavía se producen muertes, sobre todo en los cachorros jóvenes y especialmente en las razas vulnerables como los rottweilers, dóbermans, spaniel springer ingleses y american pit bull terrier; la muerte se atribuye normalmente a la deshidratación, el desequilibrio de electrolitos, la hipercoagulación, el shok endotóxico o la sepsis bacteriana intensa relacionada con la interrupción de la barrera mucosa y la leucopenia.Fig. 2. Razas vulnerables a la infección por parvovirus. Rootweiler, American pitbull terier, Springer spaniel inglés y doberman |
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